En los sótanos de la vieja taberna resuena el eco de tus palabras, la fuerza de tu verbo ácido y certero, en la hora justa de la noche en que la nostalgia se afila y corta como un cuchillo los pliegues del alma.
Luego, entre los vasos licor, imágenes de otro tiempo han naufragado una a una en las playas de mi memoria como viejas fotos desvaídas y han sembrado de luz esta hora de sombras y de acero.
Me gusta esta taberna de conjuras libertarias. Qué mejor sitio que éste para que dos viejos conspiradores recuerden juntos aquellos sueños de juventud que un día compartieron, para reconocer otra vez uno en el otro esa antigua pasión que sigue hoy brillando en nuestros ojos como el hielo en el gin tonic.
Allí, bajo la luz de los espejos, en ese instante mágico que me traslada a otro tiempo en vertiginoso dejà vu, he sentido una vez más y tus palabras lo han argumentado, que lo que un día fue es y será; que, a pesar de todo y de todos, nada está perdido.