domingo, 3 de febrero de 2013

NOCHES DE TOLEDO




















He paseado por las angostas calles de Toledo
en la noche  de invierno que apuñala sus plazas  
y entre el rumor del agua que canta entre las piedras
he vuelto a oír las voces del viejo pueblo
que hizo de su lengua una patria lejana.

Han pasado tantos años,  ¿recuerdas?
Nuestro amor era un tren sin billete de vuelta,
un  refugio hospitalario y humilde  
sin más luz que tu risa entre las sábanas,
una promesa de libertad y de alegría
renovada a cada instante.

No añoro la juventud perdida,
ni el arroyo del amor que el tiempo
volvió remanso dulce y profundo;
añoro la pasión y la locura,
la imprudente osadía,
esa ingenua certeza  que guiaba mis actos.

Pero hoy,  hubiera vuelto de nuevo
a cogerte de la mano para colarnos
sin pagar en la iglesia de Santo Tomé,
hubiera vuelto a tomarte entre mis brazos
para apagar tus risas y mi sed
con un largo beso
bajo el cadáver  pasmado
del Conde de Orgaz.

Porque han pasado muchos años, amor,
pero todos los caminos del viajero
siguen acabando en ti.