Se han
teñido de rojo los caminos,
se han
vestido los plátanos de invierno,
han llegado
las brumas y los vientos
a pintarte
una mueca pesarosa
bajo el mustio
clavel de tu sombrero.
¡Triste y árido
tiempo de violetas
que ha
borrado la luz de tu sonrisa,
que ha
cargado de peso tus maletas,
que ha
cubierto de añil las esperanzas!
Se han
vestido los plátanos de invierno,
han llegado
las brumas y los vientos.
Homo homini lupus, te enseñaron,
mas tú
siempre creíste, ingenuo payaso,
que fuimos
forjados con la materia de los sueños,
que brotaría
polvo de estrellas
cuando el cierzo
soplara en la fragua.
Ahora
piensas que fueron vanos tus anhelos,
tu fe en el
hombre y la mujer,
a menudo
seres de ciega codicia
cuando no insolidarios
y egoístas.
Se han
teñido de rojo los caminos,
se han
vestido los plátanos de invierno.
Hay días que
apenas te sostiene
la
insaciable curiosidad que te acompaña.
Te refugias
en el silencio,
en la magia
del amor, bálsamo humilde,
en el calor de
la amistad que nos reúne
en estas
noches de casi invierno.
Se han
vestido los plátanos de invierno,
han llegado
las brumas y los vientos
y ahora sabes
que sólo te quedarán,
como últimos,
desesperados recursos
que se
alzarán contra el abismo,
la poesía, eco
de la fábula del tiempo,
y la siempre
amable y bondadosa
soledad de
los caminos.