martes, 11 de marzo de 2014

NO HAY LUGAR EN EL MUNDO


























NO HAY LUGAR EN EL MUNDO para mi mundo,
ha escrito el poeta Ángel Guinda.

Tal vez el Amor (y con él la belleza, la empatía,
todo lo noble que hay en el ser humano)
no sea sino un vislumbre extraño,
una rara anomalía que apenas lleva en la tierra
quince o veinte mil años tratando de abrirse paso.

Hace tiempo que sospecho que no seremos capaces
de hacer que Gaya se lo apropie de forma definitiva
y el planeta acabará expulsándolo como se expulsa a un cuerpo extraño,
como el cuerpo rechaza el corazón trasplantado que le da la vida,
aunque ello suponga su propia aniquilación.

No hay lugar en el mundo para mi mundo.
Pienso en ello cuando paseo las ruinas de esta Ciudad del Viento
en la que después del desastre apenas ya queda nada
de lo que tanto he amado;
cuando veo a tantas personas doloridas al borde del abismo;
cuando en tantos días aciagos compruebo que son los cínicos,
los codiciosos, los bárbaros, los violentos,
los que menos respetan la Vida y la belleza,
los primates más evolucionados,
los que más éxito tienen de nuestra especie.

No hay lugar en el mundo para mi mundo,

intuición que se vuelve certeza
al recibir mi carne la ardiente dentellada de las balas
disparadas desde mi propia trinchera.

No hay lugar en el mundo para mi mundo
o, por mejor decir, no quieren que haya lugar
en el mundo para tu mundo, poeta,
porque están, compañeros, ganándonos la partida.

Esa es la realidad perturbadora que nos erosiona cada día,
y es esa revelación algunos días tan triste,
tan inquietante,que hace falta mucho amor y mucha convicción
para apretar los dientes y seguir adelante.