Vivir lenta la vida siempre
quisiste,
no permitirte más locuras
que las locuras de amor
ni más excesos que aquellos
que tu cuerpo y tu alma
toleran gratamente.
Siempre quisiste vivir la
vida con pasión
pero saborearla lentamente,
disfrutar de cada instante,
de cada mirada,
de cada sonrisa,
de cada abrazo,
de cada beso,
de cada rayo de luz entre
las sombras.
Nunca quisiste sufrir por
callar
ni causar dolor por hablar
demasiado.
No hacernos daño ni dañar a
nadie
es la dorada ambición de los
más sabios.
Vivir la vida con el ritmo
pausado y lento del viajero
siempre quisiste,
disfrutar de cada paisaje,
de cada aroma,
de cada sueño,
de cada música,
de cada verso,
de cada rayo de luz que
alumbra el barro.
Pero hoy una mujer sabia te
ha dicho
que te equivocas, que te estás
destrozando
por correr demasiado.
Al momento has sabido que
tenía razón,
que te duelen los besos que no
has dado,
que te pesan las palabras
que has callado
y los silencios que no te has permitido,
que es mucho el amor y mucha
la belleza
que no has sabido dar o
disfrutar.