Esta guerra soterrada y
sucia
llena de cieno los corazones,
de resignaciones cobardes,
de odio y de amargura.
Contra eso luchamos cada día
y por eso, sólo por eso,
siguen ganando la partida.
Pienso en ello cuando veo
las calles llenarse
de este pueblo alegre y
contradictorio,
cuando leo y oigo sus gritos
rebeldes,
sus prodigiosas intuiciones,
sus ingenuos y a veces
peligrosos
disparates.
Los abejorros siniestros del
gobierno
sobrevuelan amenazantes
este precioso mar de colores
y calores
que hoy ha inundado Madrid.
Bien saben ellos que
somos muchos menos
de los que quisiéramos ser,
pero ya muchos más
de los que quisieran ver.
Por eso mañana volverán a sonar
las campanas del odio,
a silenciar las plumas,
a domar a los rebeldes.
Mañana la revolución de los
ricos
seguirá avanzando
con pasos implacables
arrasando los derechos y la
libertad
del pueblo, pisoteando la
democracia
como un campo de amapolas.
Pero no podrán con nosotros,
nunca podrán.
Porque día a día seremos más
y más,
porque día a día iremos
aprendiendo
a superar las mezquindades
que nos rompen,
a tejer con nuestras voces
preciosas polifonías
multicolores
con la nueva democracia como
única bandera
y la alegría como único
estandarte.