Miras la
aspereza de tus manos
ajadas de sol y
viento
surcadas de
arañazos y viejas cicatrices
teñidas por la
pátina del tiempo
encallecidas
como las de un marino
Miras la
aspereza de tus manos
de estos dedos
de cartón sucios y torpes
que un día
fueron de marfil pulido
que acariciaron
las cuerdas y el teclado
y supieron del
barro y sus prodigios
Las miras y no
las reconoces
Son sólo tuyas
porque guardan la memoria del tacto
las caricias en
la piel del cuerpo amado
la redonda
suavidad de unos senos
la acogedora
calidez del vientre
los recónditos
vértices del deseo
Miras la
aspereza de tus manos
los estragos
que en ellas
va causando el
camino.
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