Viste la costa cántabra de verde y oro
sus arenas áureas acogiendo
la suave embestida del mar
Hiriente como el filo de un diamante
el cielo azul sobre el añil del mar
blancas cometas aladas
de quejosos graznidos
surcan el aire
en el malecón palomas
pescadores de rostro ajado
sirenas de piel de bronce, niños anfibios
y un fondo de eucaliptos y carvallos
Con la dulzura de una vieja balada celta
sobre la mar domada se desliza un navío
su proa acariciando
el espejo lapislázuli de las aguas
Y tú y yo emocionados en cubierta
como dos noveles grumetes
rompiendo la magia marinera
con este absurdo aliño indumentario.
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