Desesperado de sed
buscando una fuente
bajo el sol de la tarde
la boca áspera
los labios ajados de polvo y calor
descabalgué
entre aquellas casas blancas
hirientemente luminosas
Os juro que fue como lo cuento
que la dama apareció llamándome a su lado
que me introdujo en las sombras húmedas
amorosas de aquel patio
que me dio agua fresca y siete higos helados que
al ver la torpeza de mis dedos
fue pelando para
mí
Me asombró la belleza
de aquella hermosísima dama
su mirada diáfana
su noble rostro moreno de campesina
su blanca saya
Mientras comía ella reía
y en su boca descubrí
la misma sonrisa tierna
de todas las mujeres
que me han amado
¿Fue un sueño
una delirante alucinación
fue una parca, un hada
acaso un ángel?
Nunca lo sabré
pero al recordar a
la blanca dama
vuelvo a sentir
el fresco y dulce jugo de la fruta
en mi boca.
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