sábado, 15 de febrero de 2014

RESURRECCIÓN
















En esta desolada estación de la tristeza,
cuando la malla amarga de los días
dolía más que la de tu vientre,
cuántas veces te salvó un pequeño milagro:
una llamada amistosa y oportuna,
el destello verde y las cortantes alas
en la solapa de su bata blanca,
el gesto decidido y la sonrisa amable
de una mujer valiente,
su  mirada cómplice y tierna.


Te dijiste entonces
que vale la pena seguir adelante
aunque sea amontonando frágiles
y fútiles, cabronas esperanzas,
y escuchaste  el rumor del mar que fluye en tus venas,
el empuje atávico de esa voz ahora
nublada por el dulce sopor de los narcóticos,
y te rendiste a la evidencia:
déjate llevar,  ama y déjate amar,
no importa a dónde, no importa de qué manera.


Porque tu  vida es un soplo de viento
y todavía has de volar, hermano,
has de volar muy lejos.