viernes, 23 de diciembre de 2011

MEMORIA ROJA (2)





Me persiguieron porque me odiaban, y me odiaban porque me temían.

Me temían porque amenazaba su mundo, cuestionaba sus privilegios, quebrantaba sus normas y a toda costa debían acallar mi voz.

Me mataron por ser pobre, por ser diferente, por ser extranjero, por ser mujer.

Tenían, desde luego, muy buenas razones para hacerlo:

Lo hicieron en nombre de su dios, su religión, su patria, su bandera, su partido, sus principios económicos, sus valores culturales, su ley, su rey.

Pero yo os digo, sepulcros blanqueados, que vuestro tiempo se acaba.

No temáis, pues seremos justos y clementes en nuestra  sentencia, no como vosotros lo fuisteis con nuestros padres.

Os diré cuál será nuestra venganza:

Un día, hombres y mujeres que aún no han nacido
o que, tal vez, acaban de nacer,
os señalarán con el dedo,
os mirarán como se mira a un fósil,
suprimirán vuestros paraísos fiscales,
proscribirán toda forma de corrupción política,
pondrán vuestros bancos al servicio de los pobres
y acabarán con vuestra economía ficticia.

Un día, esos hombres y esas mujeres,
abolirán vuestros ejércitos,
repartirán vuestras abusivas riquezas,
obligarán a vuestros hijos a educarse
con los hijos de vuestros siervos
y  cada cual aportará según su posibilidad
y a cada cual se le dará según su necesidad.

El mundo está de parto, no lo dudéis,
y cuando llegue el día de la Nueva Democracia
esos hombres y mujeres nuevos se asegurarán
de que los nombres de vuestras víctimas no se pierdan,
que permanezcan en la historia para siempre.

Temblad, poderosos, que vuestro tiempo se acaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario