lunes, 9 de enero de 2012

LOLA


 





















A nuestra amiga Lola Ariño, siempre en el corazón


La muerte te envió su tarjeta de visita
y le hiciste a tu pesar un hueco en tu agenda.
La atendiste amable, como a uno de tus enfermos,
escuchaste paciente sus múltiples razones
y te fuiste con ella a andar otras veredas.

¡Cómo duele tu ausencia, amiga!
¡Cuánto amor dejas tras de ti,
pero también cuántas áridas soledades,
cuántos sentimientos silenciados,
cuántos abrazos que no te daremos,
cuántas palabras a las puertas del alma,
cuántas preguntas para siempre ya huérfanas
de tu discreto y sabio juicio!

Nos queda el rastro de tu vida en las nuestras,
recuerdos ardientes que se posan dulces
como lluvia de verano en los corazones,
luminosos como las últimas nieves del invierno,
limpios como el aire de la  primavera
en los verdes prados de la Sierra de Cameros.

Pienso en ti y la memoria se inunda de risas infantiles,
de dolores que curan la magia de tus manos,
de  alegres días azules de sol y de montaña,
de largas veladas fraternas doliéndonos del presente,
soñando el futuro, compartiendo el pan y la vida.

Siempre permanecerá la vida que nos diste,
tu amistad siempre atenta, leal y confiada,
tu aguda sensibilidad, tu amable ternura,
la dulzura infinita de tus ojos,
de tus manos de mujer,
de tu entrega a los demás humilde y generosa.

Tu vida, ese precioso regalo que nos dejas,
que en nuestros corazones permanecerá para siempre
guardada como una preciada gema
que en días fríos y oscuros
nos dará su luz, su calor y su aliento.

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